El Catecismo de Westminster* establece que “el fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar de él para siempre”. Esto significa que nosotros, los hijos de Dios, existimos para adorar a Dios. La iglesia debe glorificar a Dios en cada cosa que haga, pero ¿qué significa adorar a Dios? En el libro del profeta Isaías encontramos lo siguiente: “Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza” (Is.25.1). La adoración surge de un corazón agradecido que ama y exalta a Dios por todo lo que Él es. Cuando Jesús habló de la forma como debemos amar a Dios, dijo: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12.30). Utilizó los cuatro “todos” que abarcan la totalidad del ser humano. Lo mismo aplica para la adoración, debemos adorar a Dios con todo lo que somos.
 

A eso se refería el Señor Jesús mientras hablaba con la mujer samaritana en el pasaje de Juan capítulo 4. La adoración no es cuestión de lugares ni de formas predeterminadas. La verdadera adoración es una entrega total que surge en un corazón agradecido, involucra los sentidos, la mente y todo nuestro ser y la dirigimos a Dios que es el centro de todo lo que somos.

¿Cómo podemos convertirnos en verdaderos adoradores?
Dios nos creó para que fuéramos adoradores, pero después de la caída, el hombre se apartó de Dios y dejó de adorarlo. Pero cuando entregamos nuestra vida a Cristo la presencia de Dios vino a morar en nosotros y puso en nuestro corazón el deseo de adorarle a Él. Cada cristiano debe fortalecer su deseo de adorar a Dios y la mejor forma de hacerlo es adorándolo cada día con cada cosa que hagamos. Cada mañana pidámosle a Dios que nos ayude a vivir ese día en adoración a Él. A medida que avancen los días nos convertiremos en adoradores permanentes de nuestro Dios.

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Peticiones de oración:
1. Que Dios ponga en la iglesia un ferviente deseo de adorarle.
2. Que nunca olvidemos que fuimos creador para adorar a Dios.
3. Que Dios aumente nuestro deseo de leer la Biblia y orar.
4. Que podamos vivir en paz y armonía con nuestros hermanos

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*es un breve resumen teológico apologético del credo cristiano protestante promulgado en 1646. Recoge la ortodoxia doctrinal de las Iglesias Reformadas.